¿Quién no ha soñado con colarse entre las nubes y dejarse invadir por la majestuosa belleza de la visión bajo ellas? Y reposar tranquilo, envuelto en un soplo fresco, con la calma húmeda acariciando los párpados, como un suave beso de madrugada. ¿Quién no se ha visto entre ellas? Sintiendo, ufano, la envidia que les brota a lágrimas, que mojan la Tierra que ellas no pueden tocar.
Y esparcirse como polvo de estrellas por todo cuanto existe. Abarcar todo cuanto late…
E. P.
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